21.5.10

El Vínculo Prenatal

Abrirse al Amor desde el comienzo…
El Vínculo Prenatal comienza desde el primer momento en que la mujer se entera de su embarazo. Aceptar la presencia de la llegada del nuevo Ser es recibirlo con Amor, dándole la Bienvenida a su nueva morada, que durante nueve lunas lo protegerá, acunará, nutrirá y abrigará.
Regalarle y regalarse unos minutos de contacto, cada día, concientemente, es comenzar a brindarle un espacio donde podrá desarrollarse con confianza y tranquilidad para emprender el maravilloso camino de su gestación. Con cada latido se estará preparando para la nueva vida. Sentirse querido es saber que su presencia es única y cambiará el curso de la vida familiar. Hacerle saber que afuera hay quienes lo reciban calidamente… porque esperar a su nacimiento para decirle lo que se siente hacia él, cuando él lleva nueves meses esperando escucharlo!
Hay estudios e investigaciones que revelan que todo lo que vivenciamos en la vida intrauterina queda registrado en la memoria celular, en la psiquis, influyendo luego en la manera de estar y de desenvolvernos en la vida futura. El bebé en el seno materno, aprende, escucha y recuerda. Experimenta las emociones propias y ajenas. Estas emociones son transportadas a través de sustancias químicas que el cuerpo genera llevándoles el mensaje al cerebro para ser decodificado. El bebé registra todo lo que pasa en su entorno. Como Ser sensible, pacientemente contempla todo el acontecer de su madre, sus emociones, pensamientos y sentimientos. Hablarle, comunicarle la significancia de su llegada, transmitirle palabras de dulzura, sin rechazar los sentimientos de enojo o tristeza que surjan, sino aclarándole que no tienen que ver con él.
Un bebé necesita experimentar todo la amplia gama de los sentimientos de sus padres. Blanquear las emociones es comenzar a gestar un vínculo sano.
La vida intrauterina requiere de la atención como un recién nacido o un niño. El hecho de no poder ver al bebé concretamente no significa que no requiera de uno.Darle atención es reconocer su existencia y compañía permanente, ofreciendo en varias ocasiones tener que reorganizar la vida cotidiana y los tiempos, ya que en la embarazada la energía se vuelca hacia adentro para ser canalizada en el crecimiento del bebé.
Imaginemos el útero como el primer hogar del niño; una vez concebido ese espacio seguro para el bebé, merece todos los días ser visitado, mimado y nutrido, no solo de una buena alimentación de la madre sino de sentimientos elevados y puros, de una música suave, cantarle, danzar juntos, permitiendo liberar unas neurohormonas químicas -endorfinas-, relacionadas con el placer que lo bañarán e impregnarán de estas sensaciones.
Contemplarlo con el simple contacto de las manos, transmitiéndoles a través del pensamiento algo que se le quiera compartir, sea del día, lo que estén haciendo para él. Con el tiempo se irá entablando una comunicación única de ambos, podrán darse cuenta que necesita, respondiendo a cada uno de sus estímulos.
Durante el avance del embarazo, su percepción será más fina, pudiendo diferenciar las luces, reconociendo las voces, la energía, el calor.
El vínculo crece de forma gradual, basta comenzar con 5-10minutos e ir progresando en la medida que se va reconociendo, asentando y fortaleciendo. Lo importante es la calidad del encuentro, de estar plenamente sin interferencias. Cada paso será cimiento del siguiente, desde el contemplar y gozar del acontecimiento que cambiará el curso de sus vidas, preparando el cuerpo y la mente a lo que vendrá.
Dedicarle un tiempo a disfrutar de él, el bebé conoce la diferencia si se esta pensando en él, si es querido y si es incluido en las vidas de sus padres. Hacer contacto no solo desde lo suave y mágico de palpar la piel y sentir su cuerpo, se lo puede acariciar con el pensamiento, la intención y el bebé lo recibirá inmediatamente. Y si hay pensamientos reprimidos, ser honestos y hablarle desde el amor, y confiar que la misma energía del amor es la que sanará.
Estos toques sutiles luego pueden continuarse en su nacimiento promoviendo su crecimiento y enriqueciendo el lazo amoroso.
Este modo de vincularse refuerza y consolida a su vez la relación entre los padres, o bien quien acompañe a la mujer embarazada, creando una unión especial con el bebé.
Dedicarle un tiempo exclusivo, de atención directa y cariñosa servirá para una vida llena de alegría.
La vinculación prenatal ofrece la matriz de un modo de vida y una forma de relacionarse con el hijo desde los primeros días con la posibilidad de dar amor desde el inicio y que será un sello en la relación familiar y para con el entorno.
Este escrito se basa en las ideas del libro “Un Comienzo con Amor” de la autora Eve Marnie; acerca del vínculo madre-hijo-padre desde la vida intrauterina.
Licenciada Gabriela V. Bruni
Educadora e Investigadora Corporal

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